Trasiego, clarificación y filtrado

El último gran paso de la elaboración del vino es la crianza, pero eso no quiere decir que los bodegueros lo almacenen en barricas hasta que pasen los meses o años necesarios para su envejecimiento. El trasiego del vino, la clarificación y la filtración son fundamentales para que evolucione y mejore hasta convertirse en un buen vino.

¿Cómo se produce el trasiego del vino?

El trasiego del vino es una técnica que consiste en traspasarlo de una barrica a otra para airearlo y separarlo de sus residuos sólidos, que han quedado depositados en el recipiente durante su proceso de fermentación.

Gracias a este procedimiento se consigue el primer paso para evitar un vino turbio, además de favorecer su estabilización. Así se logra una bebida más homogénea y con una mejor estructura. Aunque también puede emplearse para obtener un vino con matices, por ejemplo, haciendo uso de barrica de diferentes maderas o clases para que se enriquezca por las propiedades de cada una de ellas.

Este método de trasiego puede realizarse hasta en varias ocasiones y en diferentes momentos de la crianza del vino. Entre otros aspectos, dependerá del tipo de vino (tinto o blanco), del tiempo de crianza y de la temperatura del entorno en el que se encuentre.

No obstante, existe una parte de vitivinicultores que se guía exclusivamente por el calendario lunar, ¿lo sabías? La influencia que ejerce la luna sobre el vino marca los tiempos en sus viñedos y bodegas, desde cuándo se podan las vides hasta el momento idóneo de embotellar los vinos.

Siguiendo esta tendencia, es el ciclo lunar el que establece las fechas en las que se deben ir llevando a cabo las diferentes tareas en el proceso de elaboración de un vino. Por ejemplo, en el caso del trasiego, el momento adecuado llega cuando la luna permanece en la constelación de Sagitario.

La clarificación del vino

La clarificación del vino es un tratamiento enológico que consiste en añadirle una sustancia cuyo objetivo es empujar al fondo las sustancias no deseadas. Estos restos que se separan se conocen con el nombre de ‘precipitado’.

Para ello se emplean productos químicos como la bentonita (de carácter mineral) y otros más orgánicos como la caseína o la gelatina. En ambos casos, su objetivo es lograr una textura fina, equilibrar el vino y que permanezca estable desde el punto de vista biológico.

Gracias a la clarificación, que tiene lugar después del trasiego del vino, las partículas en suspensión serán arrastradas y se evitarán consecuencias negativas que podrían conllevar a un vino defectuoso. Por ejemplo, que su contenido esté turbio o demasiado ácido.

Hay que tener en cuenta que la clarificación es un procedimiento que requiere su tiempo, por lo que no es en absoluto infrecuente que los bodegueros decidan recurrir a la filtración como un método de acelerar este proceso de aclarado y limpieza del vino.

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¿Cómo se realiza la filtración del vino?

La filtración del vino tiene lugar después del trasiego y la clarificación, se trata de una técnica para retirar los restos sólidos al pasar el vino por un filtro capaz de retener dichas partículas.

Es posible que se realice más de una filtración, y esta suele ser de diferentes tipos, que dependerá directamente según el grado de apertura que presenten los poros del tamiz al que se somete el vino.
Este es el último paso para lograr una bebida lo más fina y lo menos turbia posible, siendo esta una de las bases que definen a un buen vino de calidad. Es decir, cuando el vino se sirve en la botella debe mostrarse brillante y perfectamente limpio.

Sin embargo, en la filtración es importante ser comedido, ya que se corre el riesgo de arrastrar parte de la personalidad de ese vino y restarle intensidad, tanto a su color como a su textura o sabor. Por lo que los enólogos deben establecer un procedimiento estudiado al detalle con respecto al vino que se busca obtener.

Debido a este motivo, el filtrado a menudo se divide en tres tandas: una algo más agresiva, otra para suavizar la textura y una tercera con la intención de esterilizar antes de embotellar el vino.

Cada bodega opta por su propio sistema de filtrado, aunque los más habituales son aquellos basados en: una serie de capas de arenas filtrantes, un mecanismo de placas porosas (normalmente equipadas con fibra de celulosa prensada) o a través de membranas.


La etapa de la crianza del vino conlleva todo tipo de cuidados por parte de los bodegueros, como has podido comprobar. El trasiego, la clarificación y el filtrado son los encargados de conseguir que el vino que llegue a tu mesa esté limpio, con una textura fina y un color atractivo para que disfrutes solo con verlo vestido con su botella.

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